
Durante la noche, la chica se despertó al escuchar ruidos extraños que venían del cuarto de baño. Se asustó, pero no había oído a su perro ladrar así que no se sobresaltó. Sacó la mano para ver si el perro seguía a su lado y, efectivamente, allí estaba él, que le lamió la mano.
A la mañana siguiente la chica se sorprende de no ver al perro a su lado, pero piensa que quizás tenía hambre y estaba abajo, junto a su comida. Le llama... pero el perro no contesta. Extrañada va al cuarto de baño para lavarse un poco. Al llegar allí aterrorizada descubre a su perro degollado en la bañera. Sobre el espejo, con sangre, había una frase escrita que la dejó aún más blanca: "Los hombres también sabemos lamer"
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