martes, 1 de mayo de 2012

Última botella de amor

Dame esa botella, mi nieta adorada, pásamela y te cuento una historia. Esta historia, dulce niña, es sobre la importancia del amor. Nunca olvides el amor. Tu madre dice que “el amor nunca falla” ¿verdad? Lo sé, lo dice la Biblia, no ella. Te voy a contar que otra cosa jamás falla, mi niña... tampoco falla la muerte. Bien lo sé yo. Estoy vieja y anciana, y seguramente tu madre dirá que tengo demencia senil, pero hay cosas que una vieja como yo no puede olvidar jamás. Esto es el amor y la muerte. Son cosas presentes en la mente de alguien cerca del fin. Alguien abandonado en una pieza como en la que estoy ahora. En esta historia existía un matrimonio, no era como cualquier otro matrimonio, porque en este matrimonio existía algo perdido, algo que llamaban amor. Ellos atesoraban ese amor. Todos los días lo guardaban dentro de una botella y lo escondían bajo la cama, para que de esta forma el amor jamás dejara de existir. Día y noche, el esposo y la esposa, se miraban como si fuera el primer día que se conocieron. Ella hipnotizada por la sonrisa de él y él pendiente de la mirada de ella. Estaban mucho más enamorados que los otros matrimonios, quienes celosos por la relación de esta pareja, planearon el robo de las botellas de amor. Un día, como cualquier otro, el matrimonio salió a pasear por el parque. Simplemente verlos, te producía deseos de suspirar y desear ser parte, aunque sea solo un poco, de ese gran amor. Los matrimonios celosos, entraron a la casa de la pareja y les robaron sus botellas de amor, las repartieron entre ellos y esperaron que el matrimonio regresara y fuera tan desgraciado como lo eran ellos. Ese jamás sucedió, la pareja, continuaba feliz, y lograron llenar doce botellas aquel día. Doce botellas con nuevo y puro amor, las cuales, suponiendo que los envidiosos vecinos irían a robarles, decidieron beberlas para atesorar aquel amor dentro suyo. En el corazón. Pero la esposa, dejó una botella de amor, la escondió dentro de una caja fuerte. Ella siempre pensaba, que quizás un día, sea necesaria esa botella. Como un suministro extra en tiempo de escasez. Como si un día todo el amor del mundo se acabara y necesitaran aquella botella. El feliz y enamorado matrimonio, envejeció y envejeció hasta convertirse en ancianitos, así como yo lo soy ahora, mi dulce niña. Tuvieron hijos, los hijos tuvieron nietos y los nietos, se convirtieron en criaturas celestiales, en ángeles preciosos. Pero los hijos del matrimonio, ¡Oh ellos eran todo lo contrario! Ellos eran demonios feos y crueles, que los abandonaron al primer instante. Dejando al viejo matrimonio sin las fuerzas para poder cuidarse y los ancianos enamorados envejecieron, enfermaron y luego... un trágico día, el esposo despertó moribundo al lado de su mujer. Ella quería darle la última botella de amor, pero el viejo con una sonrisa forzada le dijo: -La última botella es tuya. Y después, murió. La muerte jamás había golpeado tan fuerte a la esposa, como aquel día, que parecía tener una estaca clavada en el corazón. Lloró y lloró sobre el cadáver, pero las lágrimas no pudieron revivir al hombre amado. Al único ser que ella había querido en toda su vida y con la única persona, que se sentía conectada, como si ambos compartieran el corazón. Y lo más probable es, que eso sea cierto. Ellos compartían el corazón y como una parte de este había muerto, la pobre anciana quedó triste e incompleta. Fue llevada a la casa de una de sus hijas y dejada en el cuarto de la soledad. Allí se quedó como una especie de zombi. La muerte no falla, dulce niña. Ni con todo el amor del mundo, podemos vencerla. Pues bien, por tu sonrisa veo que has comprendido. La esposa del matrimonio soy yo, y esta botella... ¡oh si corazón! Esta botella es la última botella de amor que queda. Tienes que entender, que sea cual sea el resultado después que la beba, es una botella de amor y sabe cómo hacer su trabajo. Tú solo piensa, que como la muerte no falla y el amor tampoco, hay que hacer un camino entre ambos y quizás y solo quizás, mi destino sea estar con mi esposo. Un amor que vive después de la muerte. Un amor que vence a la muerte para estar juntos. Solo piensa en eso, no lo veas como los demás. Adiós mi angelito, sal y dile a tus padres que la abuela acaba de quedarse dormida.

2 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Como me gustaría que después de la muerte hubiera "algo"... pero me temo que no.
Una pena como viven los ancianos los últimos años de sus vidas.

Corazamar dijo...

Dicen que es malo llegar a mayor pero que es peor no llegar.

Un saludo