lunes, 31 de octubre de 2011

La calabaza de Jack


Cuando los irlandeses llegaron a EE.UU. e introdujeron la fiesta de la Noche de las Brujas, también se llevaron consigo lo que sería el símbolo más famoso de la noche de Halloween: la Jack-o-lantern (la calabaza hueca con una vela dentro).
Esta tradición viene de una leyenda irlandesa: Un tal Jack se muere y de tan malo que era ve como se le prohíbe la entrada tanto al Cielo como al Infierno. Desde entonces es condenado a vagar por el mundo buscando una entrada a uno de los dos sitios con la única ayuda de un repollo con una vela dentro.
Los irlandeses americanos cambiaron el repollo por la calabaza (mucho más común en su nueva tierra) y, emulando al pobre Jack el de la Linterna, hicieron nacer el mito de la calabaza de Halloween. Un mito que a su vez hizo crecer toda una gastronomía con el anaranjado fruto como protagonista...

miércoles, 26 de octubre de 2011

Átomo de Amor


“Aquellas personas que saben extraer de su corazón y unir los sentimientos de compasión, respeto, necesidad, paciencia, arrepentimiento, sorpresa y perdón, serán capaces de crear el átomo que llamamos amor”.

viernes, 21 de octubre de 2011

Adicción a Internet


En general, definimos una adicción como una actitud o conducta generada como consecuencia de una dependencia. La adicción es el abuso habitual, independiente de la voluntad, de una sustancia o actividad, con resultado de dependencia.
El incremento tan importante en el uso de Internet en los últimos años ha conducido en determinados casos a un uso patológico del mismo, que se ha catalogado como adicción a Internet y, por extensión, a las nuevas tecnologías como teléfonos móviles, videojuegos, compact disc, etc. También se le conoce con el nombre de trastorno adictivo a Internet.

martes, 18 de octubre de 2011

Atrapa en la red

El bar ha muerto. Larga vida a la web. Tal como cuenta el director de Meetic en España, José Ruano, los portales de contactos son grandes bares en los que uno puede echar unas risas o conocer a la mujer de su vida. Y, además, sin perder el tiempo ni el hígado, lo cual es de agradecer.
Hasta que los lugares de encuentros proliferaron en la red, el arte de la seducción dependía de factores difícilmente calculables. El mejor seductor del mundo podía acercarse a una chica que parecía una carretera de curvas peligrosas y recibir una mirada de desdén porque a la susodicha le estaban matando los zapatos de tacón.


Los seductores de nuevo cuño se enfrentan a un universo en el que no hay molestos novios griposos ni zapatos de tacón que provocan llagas. Las chicas que se asoman a estos portales no acarrean “daños colaterales”, que eran los que condenaban al fracaso al más avezado estratega. Además, tenemos la suerte de vivir en un país en el que es mucho más fácil de lo que imaginamos llevarse “la gata” al agua. Según el estudio “Amor y Solter@s en Europa”, que realizó Meetic, España (conjuntamente con Italia) es el país en el que resulta más fácil conseguir una cita. Y ahora viene lo mejor: después de la misma, es mucho más rápido que en otras latitudes acabar entre las sábanas. De todas formas, no todo es coser y cantar. Un mar con muchos peces significa dos cosas: una, obvia, que hay más pesca y la otra, que también hay más pescadores. Así que si no quieres quedarte compuesto y con caña, deberás ser mejor que el resto.

sábado, 15 de octubre de 2011

Romántico o Ridículo


Imagínate la situación. Es tarde y estás en casa tras un largo día de trabajo. Llaman a la puerta y ¿a quién te encuentras al otro lado del umbral? Pues nada más y nada menos que a tu pareja completamente desnuda a excepción de un estrecho lazo de color rojo que rodea sus más íntimos encantos. ¿Cuál es tu reacción? Para algunas mujeres este acto es totalmente romántico y erótico mientras que otras desearían desaparecer por arte de magia por pura vergüenza ajena. ¿Tú qué opinas?
Siento decir que el romanticismo es totalmente inclasificable y no se puede cuantificar porque cada uno tiene una percepción diferente sobre este aspecto. Y es que, lo que para unas son actos muy románticos y bonitos, para otras la misma acción puede ser totalmente ridícula y ser la gota que colma el vaso para terminar con una relación.
Ser romántico y no fracasar en el intento no es tan sencillo porque entre ser romántico y ser cursi o ridículo existe una fina línea que es fácil de cruzar. Pero, ¿dónde está realmente este límite? ¿Cuándo hay que pararle los pies a una pareja que no es capaz de diferenciar entre un acto bonito de amor y una puesta en escena totalmente humillante?

viernes, 7 de octubre de 2011

Síndrome de Inmadurez

Las personas que llegan a la edad adulta pero siguen viviendo como adolescentes, sufren el Síndrome de Inmadurez Emocional. Son personas con una edad de 30, 40, o más años que viven como adolescentes.
El psicólogo Estadounidense Dan Kiley en el año 1983 llamó a este síndrome con el nombre de Peter Pan en alusión al héroe que vive en el país del “nunca jamás”, un mundo en el que el tiempo no pasa, solo habitado por niños. Y cuando Peter Pan se entera que él no es el padre de estos niños, siente un gran alivio, y esto es lo que les pasa a las personas que padecen este síndrome :”no quieren dejar de ser hijos para pasar a ser padres”.
Estas personas disfrutan de las ventajas de ser eternos adolescentes, sin preocuparse por el paso del tiempo, sin la responsabilidad que implica ser padre, ni el compromiso afectivo de estar en pareja y formar una familia.
Por el contrario, sienten que comprometerse con una persona y asumir la responsabilidad de hacerse cargo de una familia, coarta su libertad.
Es esta una libertad de hacer y deshacer lo que tiene ganas, olvidando que un ser adulto es aquel que si bien “es” libre, afronta las consecuencias de sus actos, de las que el inmaduro no quiere saber nada.
Quien padece este síndrome siente la” dulce tentación “de vivir siempre en una eterna juventud.
El síndrome de Peter Pan representa un hecho fundamental en la vida de cualquier persona, que es la crisis del crecimiento.
Por un lado la persona se niega a crecer, manteniendo la seguridad y la comodidad del mundo conocido de la infancia y la adolescencia y por el otro hay una tendencia al desarrollo, pero elaborando el dolor por la perdida y la aceptación del paso del tiempo y de la realidad de la vida que implica asumir la edad de la madurez.
Muchas veces las parejas de las personas que padecen el síndrome de Peter Pan sufren a su vez del síndrome de Wendy , que es un trastorno basado en la necesidad de satisfacer al prójimo , por un gran miedo al rechazo , al abandono , a no ser querida , a dejar de ser amada .Se da más entre mujeres que entre varones.
Son un complemento ideal para los hombres que padecen el síndrome de Peter Pan, ya que estas mujeres, hacen todo lo que él no hace y se responsabilizan por todo lo que el evita, debido a este gran deseo de complacer al otro y de sentirse aprobadas y aceptadas por su pareja.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Lolimburgo

Había una vez un pequeño reino que se llamaba Lolimburgo. El Rey Juan No, se casó con la princesa Cristina Me Importa. De esa unión nació el príncipe José No Me Importa. El Rey se llamaba Juan Porque se me Antoja y la Reina se llamaba Cristina Porque me da la Gana.
Tanto los reyes como los súbditos hacían lo que se les antojaba cuando tenían ganas y nada les importaba.
El reino estaba muy sucio ya que todos sus habitantes arrojaban la basura a la calle porque se les daba la gana. Era difícil caminar por las veredas entre restos de comida y cachivaches pero a nadie le importaba.
Los habitantes se bañaban cuando se les antojaba, pero como a nadie le importaba, estaban todos roñosos y con muy mal olor. Siempre estaban enfermos.
En la escuela. Los alumnos asistían a las clases solo cuando tenían ganas y estudiaban solo si se les antojaba, y como a la directora y a las maestras no les importaba, los alumnos eran burros e ignorantes.
Los comerciantes atendían cuando les daba la gana y vendían lo que se les antojaba. Si alguien quería comprar patatas y ellos no tenían ganas de venderla, la gente tenía que comprar mandarinas o lo que encontraran.
Los súbditos de Lolimburgo dormían cuando les daba la gana, a veces de noche y a veces de día, y comían cuando se les antojaba. Desayunaban por la noche y cenaban al mediodía y no les importaba.
O sea que el Reino de Lolimburgo era un desastre.
Cuando el Príncipe José creció, se enamoró de la princesa Beatriz Si Me Importa del reino de Merynburgo.
Beatriz era una joven muy hermosa con larga cabellera dorada, y a ella todo le importaba. Le importaba el orden y la limpieza. Le importaba la cultura y la educación de su pueblo. Si quería comer patatas pretendía que le vendieran patatas. Beatriz tenía muchos pretendientes que deseaban enamorarla ofreciéndole costosos regalos.
El príncipe José sabía que iba a ser imposible conquistarla ofreciéndole el Reino de Lolimburgo, un reino sucio y desordenado y decidió pedirle ayuda a Beatriz para cambiar las horribles costumbres de sus súbditos.
Como Beatriz era muy inteligente decidió ayudarlo. Le propuso que dictara leyes muy estrictas y penas para los que no las cumplieran.
Horarios estrictos en las escuelas. Los niños estaban obligados a asistir. Limpios y con las tareas y los útiles ordenados. En caso contrario los padres serían severamente sancionados. La basura debía colocarse en basureros, nada de arrojar residuos a la vereda. Donde antes había basura, debían plantar árboles y flores.
Horarios estrictos para comerciantes y trabajadores, para que no durmieran cuando debían trabajar y no trabajaran cuando debían dormir.
Los comerciantes debían abrir en horarios estipulados y vender lo que se les pedía y no lo que les daba la gana.
Al principio le costó mucho adaptar a los habitantes a las nuevas normas de urbanidad, pero pronto todos vieron las ventajas de las mismas.
Gracias a la limpieza había menos enfermedades, las calles ahora tenían flores en lugar de basura y todos disfrutaron con los cambios.
Los niños aprendieron a leer rápidamente.
Los comerciantes ganaron mucho dinero vendiendo más y mejor complaciendo a su clientela. Todos los súbditos de Lolimburgo estaban felices.
El único que no era completamente feliz era José. Seguía enamorado de Beatriz. Ahora que tenía un hermoso reino para ofrecerle, decidió pedir su mano.
Beatriz Si me Importa, esperaba que llegara ese momento, le enamoraron los ojos azules de José y sus deseos de progreso para su pueblo. No tardó en decirle que si.
Se casaron en la Plaza de Lolimburgo, en presencia de todos los habitantes, que celebraron la boda con una fiesta que duró siete días.
José y Beatriz tuvieron seis hijos y vivieron muy felices.