domingo, 28 de noviembre de 2010

Consumismo

El consumismo, en cierto modo, impide la solidaridad. Cuando vemos en la televisión anuncios de asociaciones, como el de Anesvad o alguno de esos, muchas veces nos sentimos un poco culpables por no estar ayudando a quien lo necesita pero nos excusamos diciendo o pensando cosas como: “yo no doy porque no tengo, si ni siquiera llego a fin de mes”. Pero eso no es verdad, al menos en la mayoría de la gente, ya que consumimos muchas veces sin necesidad, y si solo consumiéramos lo necesario, o incluso nos diéramos algunos caprichos, a la mayoría de la gente le sobraría mucho dinero para dar a los demás. Esto quiere decir que somos egoístas por naturaleza y que preferimos seguir consumiendo abusivamente a ayudar a los que lo necesitan, así que no vale lo de “es que si doy no me llega” porque en la mayoría de los casos no es verdad.


La verdad es que preferimos un producto de marca conocida que de marca desconocida, uno que salga anunciado en la televisión a otro que no salga, preferimos seguir yendo de compras solo por el placer de comprar, y derrochando en Navidad aunque con esto estemos dejando morir a miles de personas.
La conclusión es que el consumismo en nuestra sociedad ha llegado a un punto en el que todos nos estamos volviendo tan ciegos ante la posibilidad de tener más que no vemos los problemas que esto trae consigo. No vemos que por elegir unas zapatillas u otras puede morir o salvarse una persona. No vemos que hay cosas mucho más importantes que los objetos, ya que hay gente que trabaja innumerables horas sólo por ganar dinero para poder consumir más y más. No vemos lo egoístas que somos. Y no nos damos cuenta que la manera de consumir que tenemos va a llegar a un punto en el que ni siquiera lo podamos controlar.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Tomar decisiones

La base que subyace a la sensación de agobio es nuestra capacidad de tomar decisiones. Tomarlas de forma rápida y sin sensación de culpas es lo que relacionamos con nuestra capacidad de saber lo que queremos y tenemos a mano para guiar nuestras decisiones.
Parece tan obvio eso de saber lo que queremos y claramente no lo es. Tomar decisiones implica usualmente perder la opción que no se toma y claramente una vez tomada la decisión lo que perdemos es solo una especulación, solo en ocasiones una certeza y aferrarse a ella nos causa daño.
Tomar decisiones nos va ayudando a construir el tipo de mundo en el cual aspiramos a vivir y ello no es trivial. Aprender a tomar decisiones, conscientes del tipo de mundo en el que queremos participar sin quedarse pegado en las decisiones que no tomamos, parece fundamental y nos ayuda a elegir sin agobio frente a las múltiples opciones que se nos presentan cada día.
Un error clásico proviene de nuestra concepción de la toma de decisiones ligada a la información, el supuesto es que a mayor información mejor la decisión.
Una persona que sabe lo que quiere va tomando decisiones sobre la marcha, a menudo sin reflexión

domingo, 14 de noviembre de 2010

El regalo que no se ve

Hace tiempo un hombre castigó a su hija de tres años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver regalos. El dinero venía escaso en esos días, por eso explotó de furia cuando vio a la pequeña tratando de envolver una caja.

A la mañana siguiente, la niña regaló a su padre la cajita envuelta y le dijo: "Esto es para ti, papi". Él se sintió avergonzado, pero cuando abrió el paquete y lo encontró vacío, gritó con ira: "¿Acaso no sabes que cuando se hace un regalo se supone que debe haber algo dentro?".

La pequeña miró hacia arriba y, con lágrimas en los ojos, dijo: "¡Pero, papá, no está vacía! ¡Yo metí besos para ti!".
El padre se sintió muy mal, abrazó a su hija y le suplicó que le perdonara.

Dicen que el hombre guardó ese regalo dorado cerca de su cama durante muchos años, y que siempre que se derrumbaba tomaba de ella un beso y recordaba el amor que su hija había depositado dentro.

De alguna forma, cada uno de nosotros hemos recibido algún obsequio de amor incondicional de nuestros hijos, amigos, familia...

Nadie podrá tener jamás una propiedad más grande y hermosa que esa.

Hojas vectoriales

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La mujer ideal

Para los hombres la mujer ideal debe reunir tres condiciones básicas, ser bella, inteligente y muy sensual, luego vienen otras cualidades; que sea cariñosa, simpática y tenga buen humor.
Al parecer aquellos que aseguran que los hombres prefieren mujeres sensuales pero poco inteligentes están en un error ya que la mayoría destaca la inteligencia dentro de las cualidades imprescindibles que debe tener una mujer perfecta.
Creo que debe haber pocas mujeres que puedan cumplir con todos esos requisitos, la vieja frase de que nadie es perfecto es una gran verdad, si se tienen tantas expectativas las relaciones están condenadas al fracaso.
¿Encuentran los hombres la mujer ideal?
Por lo general cada hombre encuentra la mujer perfecta en algún momento de su vida, no es cuestión de suerte sino de enamorarse.
Cuando un hombre se enamora tiende a ver en su enamorada todas las virtudes que buscaba, recuerden que el amor es ciego, los defectos se anulan y se amplían las cualidades.
Esto no sucede sólo con los hombres enamorados, las mujeres enamoradas actúan de idéntica forma cada vez que encuentran a quien considera su hombre ideal.
En resumen por más exigencias que tengamos estas importan muy poco a la hora de enamorarnos, la mujer puede no ser bella ni muy inteligente pero basta con que despierte deseos y sentimientos para convertirse en esa mujer ideal.

sábado, 6 de noviembre de 2010

LA FLOR DE LA HONESTIDAD


Se cuenta que allá por el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país iba a ser coronado emperador y de acuerdo con la ley, debía casarse.
Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración.
Sin poder creerlo le preguntó: "¿Hija mía, que vas a hacer allí? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte acudirán. Quítate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura"
Y la hija respondió: "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz".
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, las más bellas joyas y las más determinadas intenciones.
Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China".
La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc.
El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo.
Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.
En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores.
Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó: Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles".

lunes, 1 de noviembre de 2010

Noche de brujas

El 1° de noviembre las comunidades celtas celebran el fin del verano. La fiesta es conocida como Samhain o la Fiesta del Sol e indica el comienzo de un nuevo año y el cambio de estación. Además, marca el último día de la cosecha.
Según los celtas en este día los espíritus incorpóreos que han muerto durante el año, vuelven en busca de cuerpos vivientes para encarnarse un año más con la esperanza de lograr la vida eterna.
Ellos pensaban que durante un día del año, la noche del 31 de octubre, ocurría un especial fenómeno cuando las leyes del espacio y el tiempo quedaban estacionadas.
En ese momento, el velo que separaba el mundo de los vivos y de los muertos se encontraba en su punto más fino y por lo mismo, ambos espacios podían interactuar y más fácilmente.
Según la leyenda, los vivos no estaban dispuestos a ser poseídos por los muertos, entonces en la noche del 31 de octubre apagaban el fuego en todas las casas para que los ambientes estuvieran fríos e inhóspitos. Además, se vestían con ropas siniestras y por los lugares que iban destruían las cosas con el fin de espantar cualquier espíritu que quisiera poseer algún cuerpo.
Posteriormente, el fuego de los hogares volvía a encenderse con una antorcha que cada familia traía desde la hoguera sagrada que ardía en Usinach, localidad ubicada al centro de Irlanda. Volver a encender el fuego simbolizaba la esperanza de que la vida renacería al llegar la primavera.
Originalmente, los irlandeses ponían la luz dentro de nabos, usándolos como linternas. Las calabazas se adoptaron en Estados Unidos una vez que arribaron a estas tierras como inmigrantes y observaron la gran abundancia de estas.