lunes, 28 de marzo de 2011

Primavera

Popularmente, cada vez que llega la primavera y que ésta se “asienta” entre nosotros, se dice que “la sangre altera”, sobre todo después de un invierno frío en que la persona tiende a sentirse algo más triste o melancólica, incluso inconscientemente.
Debido al aumento de la radiación solar y los cambios que se producen en la propia meteorología en sí, éstos provocan un efecto en nuestro organismo que se traduce en la afectación de producción de ciertas hormonas, como ocurre con la melatonina, la cual afecta en las emociones, el apetito, las frecuencias del sueño y la sexualidad, por citar sólo algunas de ellas.
Dado que en primavera existe un número menor de horas nocturnas, varía la producción de melatonina, lo que conlleva cambios en las respuestas tanto físicas como emocionales de la propia persona.
Se conoce que en primavera aumentan las relaciones sexuales, principalmente porque otra hormona, la feromona, también se ve afectada por el aumento de las horas de luz. Además, como demostró en su momento el doctor Szent-Gyorgyi (descubridor de la vitamina C), diversas funciones fisiológicas como el estrés, el buen o mal humor, y la fertilidad están relacionadas con la cantidad de luz solar que recibimos.
Principalmente por estas cuestiones también muchos historiadores afirman que, por ello, muchos pueblos antiguos daban una importancia sumamente especial a esta estación del año.
Al producirse estos cambios hormonales, la persona por regla general tiende a sentirse más alegre y extrovertida, y sus relaciones pueden llegar a cambiar de manera positiva.


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