VIVIR EN EL MOMENTO

Vivir en el momento es muy diferente a vivir para el momento.
Contemplar cada momento como un nuevo comienzo, como una nueva oportunidad para volver a empezar, para sintonizar, para volverse a conectar.
Eso es la vía de la Atención Plena.
Practicar el no hacer, practicar la Atención Plena. Estar en el momento con todo exactamente como está y sin intentar cambiar nada. Practicar aquí tiene el significado de estar expresamente en el presente.
Crear una isla de ser en el mar del hacer. Un tiempo para permitirnos que todo el hacer se detenga. Aprender a buscar tiempo para uno mismo y a ralentizar; a experimentar la calma y la aceptación de uno mismo. Aprender a observar la intención de nuestra mente a cómo vigilar nuestros pensamientos y a darles rienda suelta sin que nos capturen ni arrastren. Cómo hacer sitio para las nuevas formas de contemplar viejos problemas y para percibir la vinculación de unas cosas con otras, todo eso es Atención Plena.

Saber lo que hacemos mientras lo hacemos constituye la esencia de la práctica de la atención plena.
La atención plena no es un proceso pasivo. Requiere energía y esfuerzo, permanecer genuinamente tranquilos y sin reaccionar. La atención plena supone el que nos permitamos a nosotros mismos estar donde ya estamos
La falta de conciencia puede dominar la mente en cualquier momento y, en consecuencia afectar a todo lo que hagamos. La mente tiene tendencia a ser errática y a abandonarse a ideas y sueños.
Cuando la conciencia domina la mente, todas nuestras decisiones se ven afectadas por ello.
Analicemos la cantidad de tiempo que, durante el día, nos pasamos pensando en el pasado o en el futuro. ¿Te sorprende el resultado?
Prestar atención al momento y recordar que solamente tenemos MOMENTOS para VIVIR